El ex gobernador del Banco de Inglaterra es ahora una figura clave en las negociaciones internacionales de acción climática. El progreso requiere una revisión radical de cómo los mercados financieros valoran la naturaleza, dice.
Tecnología 17 de marzo de 2021
Rocío Montoya
MARK CARNEY se hizo un nombre como un buen administrador de dinero. Ganó la atención del público en 2008, cuando fue nombrado gobernador del Banco de Canadá con solo 42 años, y sus intervenciones rápidas y decisivas han sido reconocidas por ayudar al país a capear la tormenta de la crisis financiera mundial mejor que cualquier otra nación rica. De 2011 a 2018, fue presidente de la Junta de Estabilidad Financiera global, creada a raíz de esta crisis para fortalecer la supervisión de los bancos mundiales y tratar de evitar que se repita. En 2013, Carney fue nombrado gobernador del Banco de Inglaterra, el primer no británico en supervisar el banco central del Reino Unido desde su creación en 1694.
Desde que dejó la gobernación en 2020, ha centrado su atención en la complicada interfaz entre la economía y el medio ambiente. Regresó al sector privado como vicepresidente y jefe de inversión de impacto en la firma canadiense Brookfield Asset Management, un rol que recientemente ha provocado cierta controversia por la definición de esta firma de sus inversiones climáticas netas cero. Carney es también enviado especial de la ONU para la acción climática y asesor financiero de la presidencia del gobierno del Reino Unido de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26, un punto fundamental para los planes climáticos globales, programados para noviembre en Glasgow. El acaba de escribir un libro llamado Valor (es): Construir un mundo mejor para todos sobre cómo podemos y debemos reelaborar el capitalismo para ayudar a resolver las crisis que enfrentamos.
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